La inteligencia artificial está transformando el mundo, pero detrás de los algoritmos y las valoraciones millonarias de empresas como ScaleAI, se esconde una realidad menos glamurosa: la explotación laboral en el etiquetado de datos.
El trabajo invisible que alimenta la IA
Para que un modelo de aprendizaje automático funcione, necesita datos etiquetados. Este proceso, que consiste en revisar y clasificar imágenes, textos y otros tipos de información, es crucial para que la IA pueda “entender” el mundo que la rodea.
Sin embargo, este trabajo a menudo se externaliza a países en desarrollo como Kenia, Colombia o India, donde los trabajadores reciben salarios muy bajos y se enfrentan a condiciones laborales precarias.
Trauma y bajos salarios: el precio de la IA
Según un reportaje de Xataka, muchos de estos etiquetadores de datos deben revisar imágenes y contenidos extremadamente violentos, como escenas de crímenes o pornografía, para que la IA pueda realizar tareas como redactar informes de autopsias o moderar contenido en redes sociales.
Esta exposición constante a material perturbador puede causar traumas psicológicos, similares a los que sufren los moderadores de contenido de plataformas como Facebook o Chaturbate. Además, para obtener un salario decente, muchos trabajadores se ven obligados a trabajar hasta 16 horas al día.
Empresas como Remotasks y Sama en el punto de mira
Varias empresas de etiquetado de datos, como Remotasks (filial de ScaleAI), Appen y Sama, han sido objeto de críticas y protestas por sus prácticas laborales. Se les acusa de impagos, malas condiciones de trabajo y falta de apoyo psicológico para sus empleados.
En Kenia, los trabajadores se han organizado para exigir mejores condiciones laborales, contratos formales, salarios justos y el derecho al descanso. Buscan regular esta industria y proteger los derechos de quienes hacen posible el avance de la IA.
Un coste humano que no podemos ignorar
El mercado del etiquetado de datos generó 3.800 millones de dólares en 2024 y se espera que alcance los 17.000 millones en los próximos cinco años. Sin embargo, es fundamental que este crecimiento no se produzca a costa de la explotación laboral y el sufrimiento humano.
Es necesario que las empresas de IA asuman su responsabilidad y garanticen condiciones de trabajo dignas para quienes se dedican al etiquetado de datos, un trabajo esencial pero a menudo invisible.
La inteligencia artificial tiene un gran potencial para mejorar nuestras vidas, pero no podemos ignorar el coste humano que implica su desarrollo. Es hora de que la industria de la IA se comprometa con la ética y la justicia social.
Fuente: Xataka
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