La guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto la intrincada red de suministros que sostiene el esfuerzo bélico ruso. Un reciente informe revela cómo Rusia está eludiendo las sanciones internacionales para mantener e incluso aumentar la producción de sus drones kamikaze, gracias a la ayuda encubierta de empresas chinas.
El Flujo Clandestino de Componentes Críticos
Según una investigación de Reuters, Rusia ha logrado mantener la producción de sus drones Garpiya-A1, a pesar de las sanciones impuestas por Occidente. El truco consiste en un sofisticado esquema de importación encubierta que involucra a empresas chinas que envían los componentes como si fueran otra cosa.
Documentos aduaneros, contratos internos y facturas revisadas, revelan que los motores L550E, fabricados por la empresa china Xiamen Limbach Aviation Engine Co., continúan llegando a la empresa estatal rusa IEMZ Kupol. Para evitar ser detectados, los motores son etiquetados como “unidades de refrigeración industrial” en los documentos de transporte. Esto permite su envío desde China a Rusia sin levantar sospechas ni infringir formalmente la legislación exportadora china.
Expansión de la Producción de Drones
Un documento interno de Kupol confirma que la empresa ha firmado un contrato con el Ministerio de Defensa ruso para fabricar más de 6.000 drones Garpiya en 2025, triplicando la producción del año anterior. Estos drones, basados tecnológicamente en el Shahed iraní, son empleados regularmente para atacar infraestructuras civiles y militares en territorio ucraniano.
La inteligencia de Kiev estima que Rusia está utilizando unos 500 drones Garpiya al mes. Gracias a los componentes chinos, que incluyen no solo el motor, sino también sistemas de navegación y control, el modelo ruso se ha convertido en una herramienta fundamental en el conflicto.
La Red de Empresas Fantasma
El trayecto de los motores hacia Rusia está cuidadosamente encubierto. Después de su envío inicial desde China, los motores son recibidos por una empresa tapadera rusa llamada SMP-138, propiedad de Abram Goldman, que a su vez los reenvía a otra compañía rusa, LIBSS, responsable final de abastecer a Kupol.
Un contrato entre LIBSS y Kupol establece específicamente que los productos deben ser identificados como “equipos de refrigeración” para evitar sospechas. Las aerolíneas comerciales chinas Sichuan Airlines y China Southern Airlines han sido utilizadas para transportar estas piezas críticas a Rusia desde octubre de 2023, a pesar de las sanciones en vigor.
La Ambigua Posición de China
La Cancillería china niega tener conocimiento de estos envíos y reitera que el país aplica estrictamente controles a las exportaciones de bienes de doble uso, además de oponerse a sanciones unilaterales no avaladas por la ONU. Sin embargo, el flujo continuo de tecnología militar hacia Rusia pone en entredicho esta narrativa.
La empresa Xiamen Limbach fue sancionada en octubre de 2023, tras un informe anterior de Reuters que ya identificaba su papel en la fabricación de los Garpiya, lo que provocó que nuevos intermediarios como Xichao asumieran el relevo. A pesar de estas medidas, ni Xiamen ni Xichao han dado explicaciones, y el rastro de responsabilidad es difuso entre capas de empresas pantalla y opacidad documental.
Implicaciones Geopolíticas
La revelación de este esquema de evasión de sanciones se produce en un momento de creciente tensión diplomática entre la Unión Europea y China. La diplomacia europea ha advertido a Pekín de que permitir este tipo de comercio pone en riesgo la seguridad del continente.
Expertos señalan que el interés de China podría ser mantener a Estados Unidos enfocado en Ucrania, evitando así una confrontación directa en el Indo-Pacífico. Para Bruselas, la prioridad es cortar el flujo de componentes críticos. Aunque la UE no exige a China romper relaciones económicas con Rusia, sí insiste en que refuerce sus controles aduaneros y financieros para evitar el tránsito de productos sensibles.
Conclusión
La proliferación de motores encubiertos y empresas ficticias demuestra que la sombra tecnológica de China es cada vez más difícil de ignorar en el conflicto ucraniano. Este caso pone de manifiesto la complejidad de las sanciones internacionales y la capacidad de los actores estatales para encontrar formas de eludirlas.
Fuente: Xataka
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